Todos los seres humanos hemos fallado de diferentes maneras, a personas, o en algún área o etapa de nuestras vidas, y causa de esto, puede suceder que perdamos la esperanza. Pero es el momento para recordar que Dios te conoce, ve tus luchas, tus miedos, tus heridas y no ha dejado de amarte. Así que cada fracaso en realidad es una oportunidad para crecer, aunque en ese momento no podamos percibirlo, pero te aseguro que pasará y aprenderás, serás más sabio(a). En este momento puede ser que no lo veas ahora, pero Dios está trabajando en tu vida, moldeándote y preparándote para algo más grande. Piensa en el barro: para convertirse en una hermosa vasija, primero debe ser moldeado, sacar de él lo que estorba y después debe ser quemado en un horno. De la misma manera, Dios está tomando tus experiencias, tanto las buenas como las malas, para transformarte en una persona más fuerte y más semejante a Cristo.
Es necesario que sepas que Jesús entiende tu dolor. Él mismo experimentó el sufrimiento y la pérdida. En la cruz, cargó con los pecados del mundo y experimentó la separación de su Padre Dios; sin embargo, venció a la muerte y resucitó, demostrando así su infinito amor por ti y por mí. Te animo que busques a Dios, háblale, dile cuánto le necesitas, confía en Él y permite que Su amor sane tus heridas. Recuerda, eres amado(a), eres valioso(a). Oro al Padre Eterno por la persona que lee esta reflexión y pido que vengan tiempos de refrigerio, descanso y gozo.
Fundamento bíblico: Romanos 8:28 ; Jeremías 18: 3-6.
Autora: Martha Lucía Castro.
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