Se podría pensar que al estar rodeados de personas e incluso que al convivir con estas, no hay razón alguna para sentirnos solos. Sin embargo, la realidad en muchas ocasiones es otra; la soledad es un sentimiento que se apodera de las personas, esta no discrimina edad, género, etnia, profesión o estrato social; y es por esa razón que me atrevería decir que todos en cierto momento de la vida lo hemos experimentado.
Ese sentimiento de pasar Navidades, cumpleaños y fechas importantes en un rincón de tu habitación, sintiéndote rodeado de muchos, pero a la vez de nadie. Todo esto hace que ese sentimiento de soledad y tristeza hagan nido en tu cabeza, y es justo en ese instante cuando tú crees que tu mundo inicia a perder color, que Dios moviliza un ejército enviado a trabajar a tu favor, enviando personas, cambiando situaciones, abriendo caminos y atravesando montañas, llenando tu corazón y tu vida de alegría, demostrando que el amor de Dios, es el amor más sincero y puro que puedas encontrar. Ese amor que te dice con cada acción que le interesas, que cada una de tus lágrimas y tus tristezas no han sido pasadas por alto y que ÉL está trabajando a tu favor.
Fundamento bíblico:Isaías 43:16 NBV; Salmos 91:11-16 RVC; 2 Corintios 1:5 RVR 1960.
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